La Cátedra de Clínica Quirúrgica I de la Unidad Hospitalaria 2 desarrolla sus actividades en el Hospital Nacional de Clínicas. Su quehacer diario se halla entrelazado de manera muy entrañable con el Servicio de Cirugía Pablo Luis Mirizzi.
Lleva sobre sus hombros un modelo de los viejos claustros universitarios que supo hacer visibilizar urbi et orbi a la Facultad de Ciencias Médicas, a Córdoba, a la Argentina toda, llevando sus nombres a la consideración internacional a través de rotundos triunfos científicos, y todo ello sustentado en base al estudio y al trabajo. Nos escucharan repetir incontables veces la palabra Escuela. No sabemos cuántos aquí lectores saben quién fue el Profesor Mirrizzi, cuanta juventud universitaria de estos últimos decenios lo recuerde o, quizás, desconozca su personalidad. Desde su desaparición física el 24 de agosto de 1964 late en su añeja cátedra, testigo de su labor diaria, de sus desvelos, de sus enseñanzas, de sus triunfos y angustias, el anhelo viviente y siempre tan presente de renovar en estos días de 2024 ese espíritu inquieto y progresista, de rigorismo científico y honestidad profesional. Su genio creador lo encaminó al descubrimiento de la colangiografía operatoria el 18 de junio de 1931, un procedimiento que a través de los tiempos se realiza día a día en cada quirófano de todo el mundo. En aquellos pretéritos escenarios del siglo XX la cirugía de las vías biliares tenía como máximo y atrevido propósito la extirpación de la vesícula biliar para el tratamiento de la litiasis. En los conductos biliares principales, incluidos los intrahepáticos, quedaban frecuentemente cálculos retenidos indetectables u olvidados, y los pacientes permanecían sintomáticos o recaían tempranamente en complicaciones, acrecentándose por los pasillos del hospital los malos resultados de la cirugía.
Mirizzi brilló en el campo de la cirugía mundial, pero en sus ponencias fue un hombre universal diciendo “los hijos espirituales de la universidad, codificadores, presidentes ilustres, fundadores de universidades, apóstoles de la organización nacional, se agigantan con el transcurso del tiempo, y su acción constructiva servirá de norma de conducta a las futuras generaciones”
Queremos hacerlos participes, en la suposición de que deseen realizar la cursada de la Clínica Quirurgica segunda parte, no solo de este vibrante derrotero de la Catedra I unida a tan insigne maestro que nos precedió, sino a una manera de interpretar la entrega y generación del conocimiento que les hará mejores médicos; y, lo más trascendente, generar un ámbito de convivencia y curiosidad para vuestro propio descubrimiento en el promisorio estado del arte de la Clínica Quirúrgica, y con el destino de lograr un ubicuo enfoque tanto diagnóstico como terapéutico de patologías incluidas en el programa sobre cirugía general y digestiva.
Video conmemorativo: https://1drv.ms/v/s!AljuHhOcozBDg1OLkMBoWPbxC5fU
El monserratense destacado, el cirujano eminente, el universitario ejemplar, el investigador inquieto, el hombre, el maestro. Algo está siendo necesario… desenterrar del descuido memorioso la vida y obra de este argentino, de este cordobés. Probablemente, ningún testimonio viviente contemporáneo a él pueda hacerlo ya, y nadie por rememorar, entre quienes compartieron sus tiempos biológicos… sólo la gratitud de sus discípulos, capaces de abrevar en una biografía más que singular y en el marco del reconocimiento de las instituciones a las que honró. Y, porque no, en el noble agradecimiento de tantos a quienes alivió y curó.
Desde su desaparición física, el 28 de agosto de 1964, laten en su antigua cátedra del Hospital de Clínicas, testigo de su labor diaria, de sus desvelos, de sus enseñanzas, de sus triunfos y angustias, renovados anhelos de recordación a su figura insigne, como a la diosa Victoria de Samotracia helénica en el Louvre. Y aquí estamos ahora, en los tiempos virtuales que corren, inaugurando una página web que dé testimonio de su aún perdurable presencia, colangiografía operatoria mediante que ilumina a su Escuela Quirúrgica.
Por su temple en la lucha contra las adversidades, por su contracción al trabajo y al estudio, es más que oportuno rescatar su figura en la enseñanza y pedagogía del grado universitario. Rescatamos aquí la renovada disposición de las las autoridades universitarias siempre dispuestas a poner en consideración a las generaciones actuales un modelo de sus añejos claustros que supo llegar a tan elevada instancia académica.
Pablo Luis Mirizzi nació el 25 de enero de 1893 en Córdoba, Argentina.
Dos grandes maestros tuvo Pablo Luis Mirizzi: Pedro Vella y Ernesto Romagosa, y en varias ocasiones recordó con palabra emocionada a estos dos brillantes organizadores de la escuela quirúrgica de Córdoba.
Encima de los conocimientos y las técnicas hay, entonces, unos valores éticos, como la significación de sus maestros que, si realmente se observan, son los que confieren a la ciencia la jerarquía del saber. Si se capta ese verdadero saber estaremos honrando a la memoria y a los más entrañables recuerdos en la vida y obra del Pablo Luis Mirizzi. Una característica de su personalidad nos ha sido transmitida por sus discípulos directos, y que era la que ejercitaba en las revistas de sala donde priorizaba el contacto ameno y amistoso con los pacientes, respetándolos y haciéndose partícipe de sus dolencias. “El médico, para ser un buen médico, debe ser ante todo buen amigo” refería a quienes lo escuchaban.
En esa modestia, el médico verdaderamente ayuda a la naturaleza y, fuera de toda arrogancia, toma conciencia de lo que debe ser, ni más ni menos, un mediador, un auxiliar para lograr la mejoría, el alivio, la curación. En su accionar científico, cultural y moral tuvo como guía el permanente recuerdo de sus maestros, y para quienes en todas las circunstancias de su vida tuvo palabras de admiración y agradecimiento. Esa disposición intelectual de humilde sabiduría es la que realmente permite iniciarse y penetrar en el misterio de su vida, y su entrega a la ciencia como instrumento por antonomasia para recuperar la salud de los enfermos que se internaban en las salas 3 y 5 del Hospital Nacional de Clínicas.
El intraoperatorio en la cirugía de la vesícula y de las vía biliares, del hígado y también pancreática, es el momento ideal para definir la táctica quirúrgica a seguir para obtener los mejores resultados de la operación. Los síndromes posquirúrgicos en la cirugía de las vías biliares eran la consecuencia, muchas veces, al desconocimiento de la morfología de la vía biliar durante el acto operatorio, debido las alteraciones que imprimen sobre ella las patologías benignas y malignas. Lesión de los conductos biliares (sección, desgarro, ligadura), ligadura de la arteria hepática, ligadura del cístico a gran distancia de su desembocadura, herida de conducto biliares anómalos, expulsión de microcálculos de la vesícula al colédoco durante las maniobras quirúrgicas, y otras causales, como la patología residual de la vía biliar principal, cálculos desapercibidos, odditis, pancreatitis Mirizzi fue el primer cirujano en el mundo que consiguió visualizar el hepatocolédoco en plena intervención quirúrgica. Su autor y creador la llamó colangiografía operatoria pero también se la conoce como “Mirizzigrafía”, y fue la solución perfecta del problema ante tantas incertidumbres que se presentaban y presentan aun en el curso de la laparotomía, y a pesar de los innegables avances actuales de la tecnología y estudios por imágenes.
El famoso cirujano Lyones Mallet Guy, dijo: “a Pablo Mirizzi corresponde el gran mérito de haber liberado al enfermo y al operador de este suplicio de la cirugía biliar en dos tiempos, al inaugurar el nuevo capítulo de la exploración funcional intraoperatoria de las vías biliares”.
En 2011 realizamos una interesante Jornada en conjunto con el Museo en Ciencias de la Salud donde recordamos los 80 años de la colangiografía operatoria.
Trabajo realizado por la Cátedra a modo de introducción a la Colangiografía Intraoperatoria:
¡Esto hay que dejarlo aclarado! Fue una ardua tarea convencer a los cirujanos, que comprendieran y aplicaran el resultado de sus investigaciones, y de manera muy especial la importancia de realizar lo que denominó “colangiografía operatoria” para evitar los diversos síndromes posquirúrgicos. Su obra, ahora, es patrimonio del mundo entero y su realización princeps se replica diaria, y quizá eternamente, en los quirófanos. Con merecida justicia el 87° Congreso Argentino de Cirugía de noviembre de 2016 llevó su nombre a instancias de la propuesta de su Presidente Prof.Francisco Florez Nicolini.
Sus rotundos triunfos científicos eran aplicados en los Cursos que llevaba a cabo en el Hospital Nacional de Clínicas con la asistencia de reconocidos cirujanos poniendo a la consideración internacional el nombre de la Universidad Nacional de Córdoba y a la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba.
Por el imperativo de forjar las nuevas generaciones de cirujanos que defendieran su esfuerzo personal ininterrumpido, sus posturas y ponencias, supo llevar el estandarte patrio guiando a la colangiografía operatoria al más alto sitial en las confrontaciones científicas internacionales.
¿Cuál fue su designio en relación a la continuidad de su labor vital? Pablo Luis Mirizzi quiso mantener con su beca una tradición de saber y de experiencia. La beca, por ende, fue un instrumento del saber y de la investigación que el maestro legó como consecución y complemento de su cátedra.
Su magisterio sigue vigente, y seguirá creciendo en virtud del eco que resuena y resuena. Fiel a la mente del que lo concibió, todo testatio mentis, por su texto, debe trasuntar y decir lo que el autor ya no puede decir. Y, no solo la letra sino que sea su espíritu el que esté presente en su interpretación y ejecución.
La Beca Mirizzi sigue viva a través de los sucesivos becarios que acceden a ella, elevando cualquier sugerencia o sugestión. Como la ha realizado ahora el profesor Lada, actual Jefe del Servicio, a los fines de mejorar la realización de ese propósito generado por el intelecto y pasión de tan insigne universitario. El objetivo supremo que afincaba en Mirizzi, era que debía conservarse viva esa fuente de
comunicación tan útil para nuestros médicos, para nuestra Universidad y para nuestra Patria.